Saltar al contenido

 

 

Nacido en Madrid en 1963, Miguel Ángel Nalda después de formarse en Suiza y Barcelona inicia su actividad fotográfica, profesional y artística hace más de veinte años compaginando la fotografía publicitaria con su obra artística por todo el mundo. Avalan su dilatada trayectoria tanto sus exposiciones como sus numerosos y prestigiosos premios.

Este blog muestra una selección de estas dos facetas.

DESNUDO A DUO, POR ENCIMA DEL AZAR.

Todo lo demás se va depositando después, encima del azar que va primero y es para todos.

I. Cuando Miguel Angel Nalda empezó a fotografiar sus obsesiones, allá por el comienzo de los noventa, tenía una fuerza impresionante y arrolladora. Imparable. Si estaba en la terraza de un bar y le gustaba la persona que tenía al lado o cuatro mesas más allá, no se lo pensaba dos veces. Se le acercaba sonriente y le explicaba directamente y sin tapujos cual era su objetivo. Normalmente no se le resistía nadie. Al cabo de un par de horas esa misma persona que antes tomaba su cervecita tranquilamente, ahora se hallaba en el interior de un estudio fotográfico, desnuda, atada con cuerdas, cadenas, envuelta en plástico o en papel de plata o periódico…

Y entonces el fotógrafo era desbocadamente feliz y saltaba y gritaba como un mono. Y esa inercia tan tremenda y su catarsis, quedaban impresas en las imágenes, tras la brutalidad, la potencia o la dulzura de esas imágenes.

II. Cuando Miguel Angel Nalda vio que sus increíbles sueños se estaban haciendo realidad, porque es soñador y deseador, tiene metas lejanas, objetivos grandes y listones altos, entonces se desnudó, se sentó él mismo frente al objetivo de su cámara, solo en el interior de su estudio y se quedó pensando. El fotógrafo tomó entonces una decisión importante para dar un paso más. Y aunque le daba miedo, escribió con su mente los guiones que su objetivo contaría y escogió personas, lugares y momentos para trabajar. Tampoco nada ni nadie se le resistió esta vez. Convirtió el interior de su estudio, que había sido una selva, en un laboratorio. Midió y precisó la técnica y supo que tenía un don para domesticarla

Y entonces el fotógrafo fue también inmensamente feliz de esta manera y se dio cuenta de que no hacía más que sumar satisfacciones. Nada cambió. También saltaba y brincaba, y también tuvieron fuerza sus imágenes, encima de las cuales se depositó la precisión.

Imagino que solamente resulta fácil desnudar a un desconocido si uno mismo tiene el valor de desnudarse.

 Rosa Serra Majem.